filosofía
El libro, publicado por la casa Miño y Dávila, en la serie Filosofía venidera, el autor, cercano a Jacques Derrida y Jean-Luc Nancy, pone en cuestión los dilemas que abre la economía, el derecho, la política y el mesianismo según ese régimen de verdad que intenta (y se propone) desarmar.
Hamacher es además profesor de Literatura General y Comparada en la Universidad de Frankfurt, y ha dado clases en Amsterdam, París y Nueva York. Ludueña Romandini es especialista en antropotécnicas y biopolítica.
Esta es la conversación que sostuvo con Télam.
T : ¿Cómo ubicar la posición teórica de Werner Hamacher, y cuál es su relación con (Jurgen) Habermas, la Escuela de Frankfurt y Peter Sloterdijk?
R : En principio, Werner Hamacher probablemente rechazaría cualquier tipo de clasificación de su pensamiento dentro de algún tipo de posición como las que, académicamente, se suelen utilizar para situar a los pensadores. No obstante, seguramente no sería aventurado señalar que la deconstrucción derrideana es una de las líneas filosóficas frente a la cual siente una afinidad electiva.
Hamacher ha tratado de prolongar el gesto deconstructivista incluso más allá del propio (Jacques) Derrida, abarcando así también nuevos objetos y preocupaciones. Por cierto, en el panorama alemán, sea uno de los tres máximos filósofos vivos de la actualidad, siendo los otros dos, efectivamente, Habermas y Sloterdijk. Los tres provienen de tradiciones diversas y han recibido el legado de la Escuela de Frankfurt de modo harto diverso. En no pocas ocasiones, sus posiciones filosóficas y políticas son radicalmente diferentes. Sin embargo, en el caso de Hamacher es probable que nos encontremos ante la más exquisita recepción de la filosofía francesa aclimatada a las interrogaciones del ámbito alemán, las cuales históricamente habían constituido el punto de partida de muchas tradiciones de la filosofía francesa del siglo XX. La filosofía francesa, nutrida de la alemana, es recibida nuevamente en Alemania por Hamacher para producir una nueva revolución teórica en un ida y vuelta constante entre ambas.
T : Su cercanía con Derrida y con Jean-Luc Nancy, ¿existe más allá de que hayan dado clases en las mismas universidades, al menos en los Estados Unidos? ¿Cuáles serían sus puntos de contacto?
R : La cercanía de Hamacher con Derrida y Nancy ha estado constituida por una amistad directa así como por una comunidad de pensamiento. Las preocupaciones por las diversas formas de entender la deconstrucción, el lenguaje y la experiencia política están atravesadas por intereses comunes. Pero la posición de Hamacher sobre los principios constituyentes de la soberanía, el derecho, la economía, el poder, en la larga tradición del pensamiento occidental, tal vez sea la más radical de los tres. La interrogación de Hamacher sobre las posibilidades y límites del lenguaje, muy propia de la filosofía germanoparlante, lo lleva a experimentaciones con la lengua de carácter extremo y por lo tanto, de difícil traducción. La labor de los traductores, Laura Carugati y Marcelo Burello, requirió un verdadero ejercicio de orfebrería filológica.
T : Según entiendo, hay una vieja división entre la filosofía francesa y la alemana, quebrada ocasionalmente. ¿Eso sigue siendo así, y en todo caso, si no lo es más, que habría aportado Hamacher a ese giro?
R : Hamacher ha borrado, en efecto, las antiguas divisiones entre filosofía alemana y francesa (que, no obstante, continúan existiendo en muchos ámbitos institucionales), y su gesto parte, precisamente, de una integración por un lado, de las tradiciones de lengua alemana (desde el romanticismo hasta (Ludwig) Wittgenstein, desde (Walter) Benjamin hasta Paul Celan pasando por Kafka). Y por, la herencia francesa, encarnada en maestros como Derrida o Nancy. Pero tampoco hay que olvidar que el diálogo de Hamacher con la tradición anglosajona (desde Thomas Hobbes hasta la filosofía del lenguaje) es también parte constitutiva de su trabajo. Del mismo modo, no debemos olvidar su interrogación incesante del legado proveniente tanto del judaísmo como del cristianismo en su historia milenaria. De allí que Hamacher pueda pesquisar tanto la filosofía antigua como a Kant o Hobbes pasándolos por el tamiz de una deconstrucción radical que encuentra su punto de articulación en una incesante preocupación por la filología, entendida como philía hacia el lenguaje, donde filosofía y poesía encuentran un punto de conjunción buscando, como él lo dice, en el futuro lo que les falta del pasado.
T : ¿Qué quiere decir Lingua amissa y cuál es la importancia de ese concepto en la obra de Hamacher?
R : Esta noción surge como una poderosa reconceptualización del núcleo mismo de la teoría de los actos de habla y en consecuencia, de la filosofía del lenguaje en sus formas más ortodoxas, sobre todo en la insistencia con que cierta filosofía ha acentuado la importancia del acto de habla performativo. Ante esta perspectiva, Hamacher ha propuesto señalar el carácter amisivo que precede cualquier campo de acción. Una lengua amissa es una lengua suelta, dada de manos, liberada de sus propios conceptos. Es un poco la cifra y consecución de un proyecto que busca una lengua (y una política) no sólo dadas a la eficiencia y a la gestión sino también y sobre todo, a un dejar caer, a una pérdida. Meditar sobre la imposibilidad de toda posibilidad arriesgando la posición de soberanía implica uno de los núcleos más difíciles de la obra de Hamacher, y reclama una lectura no sólo atenta sino también con un cuidado que podríamos bien denominar talmúdico de cada una de sus frases.
T : ¿Su relación con el mesianismo, que habría que definir, y con el biopoder contemporáneo?
R : El problema del mesianismo ha ocupado, en su obra, un lugar de importancia aunque, me atrevería a decir, a modo de hipótesis, que Hamacher tomó este concepto de un modo más crítico, en un respetuoso y fructífero diálogo con Benjamin, Derrida, (Giorgio) Agamben, entre otros. Su análisis, creo yo, pretende situarse por fuera de toda la secular lógica del llamado y la vocación que han marcado las tradiciones mesiánicas de las grandes religiones monoteístas. El mesianismo que le interesa a Hamacher está más allá de los elegidos y los condenados para situar el problema de los no-llamados, es decir lejos de la vocación-llamado y del trabajo donde el Mesías es la figura que nunca puede ser esperada bajo su nombre, un Mesías sin trabajo o como también dice, de modo más provocativo, un Mesías desprovisto de todo ser y que vuelve anárquicas las estructuras del lenguaje y de la productividad. Hamacher no parece haberse interesado por el problema del biopoder en forma directa pero su obra, si se quiere, puede ser leída como una demoledora respuesta a cualquier intento de gobierno tanatopolítico de la vida, incluso de cualquier apropiación del viviente en una lógica que no sea la de la contradicción o la de la falta que impide cualquier tipo de aprehensión normalizadora.
Hamacher, explicado por Fabian Ludueña Romandini
En Lingua Amissa, el pensador alemán Werner Hamacher, en opinión del argentino Fabián Ludueña Romandini, de obra tan importante como la de Peter Sloterdijk y Jurgen Habermas, es capaz de ensayar una deconstrucción de la tradición antropo-teológica del Occidente moderno capaz de abrir una verdadera interrogación sobre el lenguaje mismo que subtiende a esa tradición.
Hamacher es además profesor de Literatura General y Comparada en la Universidad de Frankfurt, y ha dado clases en Amsterdam, París y Nueva York. Ludueña Romandini es especialista en antropotécnicas y biopolítica.
Esta es la conversación que sostuvo con Télam.
T : ¿Cómo ubicar la posición teórica de Werner Hamacher, y cuál es su relación con (Jurgen) Habermas, la Escuela de Frankfurt y Peter Sloterdijk?
R : En principio, Werner Hamacher probablemente rechazaría cualquier tipo de clasificación de su pensamiento dentro de algún tipo de posición como las que, académicamente, se suelen utilizar para situar a los pensadores. No obstante, seguramente no sería aventurado señalar que la deconstrucción derrideana es una de las líneas filosóficas frente a la cual siente una afinidad electiva.
Hamacher ha tratado de prolongar el gesto deconstructivista incluso más allá del propio (Jacques) Derrida, abarcando así también nuevos objetos y preocupaciones. Por cierto, en el panorama alemán, sea uno de los tres máximos filósofos vivos de la actualidad, siendo los otros dos, efectivamente, Habermas y Sloterdijk. Los tres provienen de tradiciones diversas y han recibido el legado de la Escuela de Frankfurt de modo harto diverso. En no pocas ocasiones, sus posiciones filosóficas y políticas son radicalmente diferentes. Sin embargo, en el caso de Hamacher es probable que nos encontremos ante la más exquisita recepción de la filosofía francesa aclimatada a las interrogaciones del ámbito alemán, las cuales históricamente habían constituido el punto de partida de muchas tradiciones de la filosofía francesa del siglo XX. La filosofía francesa, nutrida de la alemana, es recibida nuevamente en Alemania por Hamacher para producir una nueva revolución teórica en un ida y vuelta constante entre ambas.
T : Su cercanía con Derrida y con Jean-Luc Nancy, ¿existe más allá de que hayan dado clases en las mismas universidades, al menos en los Estados Unidos? ¿Cuáles serían sus puntos de contacto?
R : La cercanía de Hamacher con Derrida y Nancy ha estado constituida por una amistad directa así como por una comunidad de pensamiento. Las preocupaciones por las diversas formas de entender la deconstrucción, el lenguaje y la experiencia política están atravesadas por intereses comunes. Pero la posición de Hamacher sobre los principios constituyentes de la soberanía, el derecho, la economía, el poder, en la larga tradición del pensamiento occidental, tal vez sea la más radical de los tres. La interrogación de Hamacher sobre las posibilidades y límites del lenguaje, muy propia de la filosofía germanoparlante, lo lleva a experimentaciones con la lengua de carácter extremo y por lo tanto, de difícil traducción. La labor de los traductores, Laura Carugati y Marcelo Burello, requirió un verdadero ejercicio de orfebrería filológica.
T : Según entiendo, hay una vieja división entre la filosofía francesa y la alemana, quebrada ocasionalmente. ¿Eso sigue siendo así, y en todo caso, si no lo es más, que habría aportado Hamacher a ese giro?
R : Hamacher ha borrado, en efecto, las antiguas divisiones entre filosofía alemana y francesa (que, no obstante, continúan existiendo en muchos ámbitos institucionales), y su gesto parte, precisamente, de una integración por un lado, de las tradiciones de lengua alemana (desde el romanticismo hasta (Ludwig) Wittgenstein, desde (Walter) Benjamin hasta Paul Celan pasando por Kafka). Y por, la herencia francesa, encarnada en maestros como Derrida o Nancy. Pero tampoco hay que olvidar que el diálogo de Hamacher con la tradición anglosajona (desde Thomas Hobbes hasta la filosofía del lenguaje) es también parte constitutiva de su trabajo. Del mismo modo, no debemos olvidar su interrogación incesante del legado proveniente tanto del judaísmo como del cristianismo en su historia milenaria. De allí que Hamacher pueda pesquisar tanto la filosofía antigua como a Kant o Hobbes pasándolos por el tamiz de una deconstrucción radical que encuentra su punto de articulación en una incesante preocupación por la filología, entendida como philía hacia el lenguaje, donde filosofía y poesía encuentran un punto de conjunción buscando, como él lo dice, en el futuro lo que les falta del pasado.
T : ¿Qué quiere decir Lingua amissa y cuál es la importancia de ese concepto en la obra de Hamacher?
R : Esta noción surge como una poderosa reconceptualización del núcleo mismo de la teoría de los actos de habla y en consecuencia, de la filosofía del lenguaje en sus formas más ortodoxas, sobre todo en la insistencia con que cierta filosofía ha acentuado la importancia del acto de habla performativo. Ante esta perspectiva, Hamacher ha propuesto señalar el carácter amisivo que precede cualquier campo de acción. Una lengua amissa es una lengua suelta, dada de manos, liberada de sus propios conceptos. Es un poco la cifra y consecución de un proyecto que busca una lengua (y una política) no sólo dadas a la eficiencia y a la gestión sino también y sobre todo, a un dejar caer, a una pérdida. Meditar sobre la imposibilidad de toda posibilidad arriesgando la posición de soberanía implica uno de los núcleos más difíciles de la obra de Hamacher, y reclama una lectura no sólo atenta sino también con un cuidado que podríamos bien denominar talmúdico de cada una de sus frases.
T : ¿Su relación con el mesianismo, que habría que definir, y con el biopoder contemporáneo?
R : El problema del mesianismo ha ocupado, en su obra, un lugar de importancia aunque, me atrevería a decir, a modo de hipótesis, que Hamacher tomó este concepto de un modo más crítico, en un respetuoso y fructífero diálogo con Benjamin, Derrida, (Giorgio) Agamben, entre otros. Su análisis, creo yo, pretende situarse por fuera de toda la secular lógica del llamado y la vocación que han marcado las tradiciones mesiánicas de las grandes religiones monoteístas. El mesianismo que le interesa a Hamacher está más allá de los elegidos y los condenados para situar el problema de los no-llamados, es decir lejos de la vocación-llamado y del trabajo donde el Mesías es la figura que nunca puede ser esperada bajo su nombre, un Mesías sin trabajo o como también dice, de modo más provocativo, un Mesías desprovisto de todo ser y que vuelve anárquicas las estructuras del lenguaje y de la productividad. Hamacher no parece haberse interesado por el problema del biopoder en forma directa pero su obra, si se quiere, puede ser leída como una demoledora respuesta a cualquier intento de gobierno tanatopolítico de la vida, incluso de cualquier apropiación del viviente en una lógica que no sea la de la contradicción o la de la falta que impide cualquier tipo de aprehensión normalizadora.
Nenhum comentário:
Postar um comentário